Sin embargo, asegura que todo eso cambió con la llegada del Covid-19. A partir de entonces, explica, la prensa pasó a «desacreditarla y tratar de silenciarla» por ir en contra del discurso mayoritario dentro de la comunidad científica.

Entre otras cosas, Henrion sostiene que se muestra muy crítica con la vacuna, que afirma que no detuvo la epidemia y sí tiene, en cambio, una lista casi interminable de efectos secundarios. Y todo, siempre según su discurso, porque se comenzó a comercializar sin haber pasado la fase de prueba y se vendió por los gobiernos del mundo como «la única opción posible».

Ahora acaba de publicar en nuestro país Los aprendices de brujo. Un libro en el que relata «todo lo que se nos oculta sobre el ARN mensajero» utilizado en las vacunas del Covid, que está basado en decenas de estudios científicos que ella misma referencia en la publicación. En Francia ha sido un bombazo: más de 130.000 copias vendidas que la han catapultado al número uno.

 

El periodista Nacho Martín la entrevista para el diario El Independiente. Por su interés reproducimos fragmentos de dicha entrevista.

Empecemos por lo más simple. ¿Podría darme una explicación básica de qué es el ARN y qué es el ARN mensajero?

El ARN es un lenguaje genético de la vida, cuya función es ser el intermediario entre el ADN y las proteínas. Si utilizamos como ejemplo un ordenador, el ADN sería el disco duro. Las proteínas serían todo el equipamiento, desde la pantalla a los botones. Y el ARN se encargaría de la conectividad. Y por otro lado está el ARN mensajero, que es uno de los tipos de molécula que hay en esta gran familia y tiene la instrucción de producir una proteína.

¿Cuáles son las diferencias entre ARN natural y el ARN artificial que se usó en las vacunas del COVID?

El ARN artificial tiene un idioma genético diferente, y es mucho más resistente a la degradación. Meses después de la inyección de la vacuna lo seguimos viendo en el cuerpo. Y, con la información de la que yo dispongo, no sabemos cuánto tiempo dura en nuestro organismo.

Usted habla de que el ARN tiene un potencial muy grande para muchas cosas, incluida la cura de enfermedades. Explíqueme por qué.

Se han conseguido tratamientos con ARN que han sido exitosos. En el libro, de hecho, menciono 12 medicamentos que están hechos a base de ARN, que han salido al mercado y están aprobados. Pero jamás se han aprobado medicamentos ni vacunas con ARN mensajero. A lo largo de 20 años se hicieron varios intentos, pero nunca pasaron de la fase dos en los ensayos clínicos de las cuatro que hay.

Pero lo importante no es lo que yo diga, sino yo lo que dicen los dirigentes de, por ejemplo, Pfizer y Moderna. En su día aseguraron que sabían lo que estaban haciendo y conocían bien el tema, pero era falso. De hecho, en marzo de 2022 el director general de Pfizer declaró en el Washington Post que la tecnología con ARN mensajero jamás ha dado resultados hasta ahora. Ni una vacuna, ni ningún otro medicamento.

 Y entonces, ¿por qué se apostó por una vacuna con ARN mensajero para el Covid?

Es una buena pregunta. Ni idea, es incomprensible. No tiene sentido. Lo normal después de estar 20 años intentando sacar adelante medicamentos con ARN mensajero sin éxito es que los científicos paren y se pregunten si merece la pena seguir investigando o no. Pero vivimos en un mundo con muchos intereses económicos, y hay inversores que inyectaron mucho dinero, sobre todo en Moderna y en BioNTech. Y quieren que haya una rentabilidad.

Esa podría ser una de las causas. El problema es que se obstinan en insistir en una tecnología que no funciona. Es decir, la tecnología sí funciona, y producir esas proteínas es una proeza técnica y un negocio. Pero luego todo eso no provoca beneficios en la salud.

Dice que no se creyó la historia del pangolín y del murciélago como origen del Covid. ¿Cómo cree que surgió entonces?

Lo supe por el análisis genético de la secuencia del virus en enero de 2020. Ahí ya se veía claramente que había una lógica de creación humana. Y así es como se crean los virus. Es peligroso. Lo que no entiendo es que ahora, tres años después, la revista Nature diga que la hipótesis del origen animal es casi nula, porque se disponía de esa información desde el principio.

Es difícil de comprender que sabiendo todo esto desde hace mucho tiempo se condenara de forma tan rotunda a las personas que pusieron en duda la teoría del origen animal del virus. Esto ha constituido una censura intracientífica que no tenía fundamento, puesto que no se podían tener certezas. Yo había vivido una falta de interés, por ejemplo, en torno a mi trabajo. Pero nunca he conocido una condena tan rotunda respecto a formular teorías.

¿Considera entonces que ha sido un virus fabricado por el hombre?

Para tener la certeza de que es un virus creado por el humano haría falta ver el cuaderno de laboratorio, que posiblemente ya no exista porque se haya destruido. Pero lo que sí es interesante es que se ha visto que hay secuencias que existen en la proteína Spike y en el virus que tienen trazas testimoniales de que han sido patentadas por Moderna en 2017. Cuando se le preguntó al jefe de Moderna cómo era posible que una patente suya estuviera ahí dijo que no lo sabía, y que le preguntaría a los científicos. Y todavía estamos esperando la respuesta.

¿Qué diferencias ve entre la vacuna del Covid y el resto de vacunas que se han aprobado?

Hay tres enfermedades para las que la ciencia no ha conseguido que la vacunación sea exitosa ni en animales ni en humanos, porque hay más peligro vacunándose que sin vacunarse. Son el Coronavirus, la bronquiolitis y el dengue.

El problema de la vacuna del Covid es que el cuerpo produce efectivamente anticuerpos, pero no neutraliza el virus. Son dos cuestiones distintas. Por eso para muchos fue una sorpresa cuando se la pusieron, porque pensaban que no se contagiarían más veces ni podrían contagiar a los demás, cuando la realidad es que muchos tuvieron la enfermedad después de vacunarse, incluso varias veces, y siguieron transmitiéndosela al resto. Pero esto no lo explicaron.

Además, otra diferencia es que normalmente se tarda diez años, en el mejor de los casos, en desarrollar una vacuna. En este caso fueron diez meses. Y fue una proeza gracias a los políticos, puesto que los gobiernos aceptaron que los ensayos clínicos no tuvieran lugar en el laboratorio, como se hace normalmente, sino en la población general. Se lanzó y se dijo ‘Bueno, a ver ahora qué pasa’.

En ese sentido fue una vacuna revolucionaria. Además, como he explicado, se llevaron a cabo estos ensayos clínicos cuando sabíamos que la tecnología del ARN mensajero nunca había funcionado. Y la última diferencia es que jamás se ha visto una vacuna con tantos efectos secundarios como esta.

¿La vacuna redujo la tasa de mortalidad?

En varios países como Israel, Inglaterra y Emiratos Árabes Unidos se constató que cada vez que comenzaba la campaña de vacunación se sufría el peor pico de mortalidad por el Covid. En algunos casos casi se duplicó esa mortalidad. De hecho, el ministro de Salud israelí se sorprendía porque dos semanas después de comenzar la vacunación el 11% de la población dio positivo.

En el libro explicas que no podemos descartar que la vacuna pueda ser tóxica, ni tampoco que nos pueda modificar genéticamente. ¿Qué implicaría esto de ser realmente así?

Respecto a la toxicidad, es una cuestión interesante, puesto que en todas las vacunas anticovid se ha utilizado la proteína Spike. Y existe una literatura científica abundante que habla sobre los niveles de toxicidad que esta proteína puede provocar.

Y luego, con respecto a la modificación genética, yo prefiero hablar siempre de la modificación del patrimonio genético. Porque es una cuestión que afecta a todo el mundo que recibe el ARN. Las consecuencias pueden ser vertiginosas, y se desconoce el impacto que puede tener.

Lo que sí vemos es lo que está pasando ahora mismo en los hospitales, donde se constata que hay más mortalidad y más casos de abortos espontáneos. Y lo sorprendente es que no se relaciona esto con las vacunas, aunque podría ser una hipótesis de lo qué está sucediendo.

La cuestión es que se alteran las mitocondrias, que son como las centrales energéticas. Se puede producir fatiga, disfunciones en los ovarios y testículos y una alteración del sistema inmunitario. En definitiva, un sistema más débil, que provoca más enfermedades y mayor vulnerabilidad, lo que al final se traduce en un mayor número de muertes.

Usted alerta de los numerosos peligros de la vacuna, pero no nos están llegando noticias de que se esté produciendo nada fuera de lo común. ¿Se están silenciando los casos de gente afectada?

Me sorprende esto, porque en los países escandinavos, en el norte de Europa y en Israel, por ejemplo, se han paralizado las vacunaciones a los jóvenes. En Israel se constató que había un 10% de las mujeres que veían modificado su ciclo menstrual. Y otro ejemplo sería el aumento de los casos de miocarditis en la población joven, algo que llama mucho la atención porque es una enfermedad poco frecuente.

Luego en la calle hay mucha gente que se queja de estar cansada y de tener vértigos y acúfenos. Y hay también casos de cáncer muy muy agresivos, que se desarrollan tan rápido que no da tiempo a aplicar la quimio. De hecho, el ministro de Salud de Alemania se excusó públicamente por las víctimas de la vacuna, porque las cifras que manejan ellos es que hay un caso grave por cada 5.000 vacunados. Y cuando hablamos de casos graves nos referimos a aquellos que cambian la vida del paciente por completo.

¿Por qué cree que los Gobiernos del mundo han incentivado a la gente a que se vacune? ¿Qué han ganado ellos?

Esto escapa de mis competencias. Son cuestiones políticas, no es algo que me corresponda profesionalmente. Pero numerosos políticos dijeron que la única solución era la vacuna. A pesar de que no había una justificación para centrarse sólo en eso. Podrían haber preguntado a los veterinarios, porque hay muchos casos de coronavirus en animales y ellos saben que las vacunas no funcionaban contra ese virus.

La solución no era la vacuna, sino lo que se hace en todas las epidemias, que son los antibióticos. Hay un estudio que ha analizado la gripe española y otras pandemias que explica que la gente no muere del virus, sino de las infecciones bacterianas. Así que lo que se necesitaba era aplicar el antibiótico, que es lo que ya se hacía sin saberlo en 2019, con los casos que había de coronavirus. Porque en marzo de 2019 el virus ya estaba circulando por el mundo. Se ha visto en muestras de aguas fecales y en pacientes que tenían anticuerpos.

Dejando de lado el Covid, ¿cuál es su opinión respecto a las vacunas en general?

El problema que yo tengo es con las vacunas que han mostrado ser problemáticas, que son las tres que he mencionado anteriormente. Pero a partir de ahí no tengo ningún otro problema con ninguna vacuna.

Lo que sí veo es que los organismos repiten constantemente que las vacunas son la única solución. Y yo soy genetista y conozco la complejidad del patrimonio genético. Y sé que las vacunas no son la solución para todo el mundo. Es un solución entre otras. No puede haber una respuesta única y no se puede imponer la vacunación.