La artista bilbaina Silvia Sánchez, responsable de la galería Silvia and the Spyglass situada en la donostiarra calle Hernani, ha presentado este martes en el antiguo palacio de Okendo su exposición Diálogo entre el arte tradicional y el digital, en el que siete obras de papel y un busto en bronce conviven con una experiencia inmersiva a la que se accede mediante unas gafas de realidad virtual; todo ello en un espacio que suma más de cinco siglos de antigüedad. La responsable de la casa de cultura de Gros, Amaia Almirall, ha acompañado a Sánchez en su exposición ante la prensa y ha recordado que aún hoy existe un “gran debate” en el sector del arte sobre el papel de las tecnologías digitales en la creación.

En este sentido, Sánchez ha intentado responder a la cuestión de qué es lo que ocurre cuando una artista como ella, que tradicionalmente desarrolla su trabajo sobre papel con acuarelas o tintas, se topa con la posibilidad de expandir los límites de su trabajo mediante el código binario. Así, los siete lienzos y la escultura que conforman este Diálogo se transforman, gracias a las tecnologías de VR, en una narrativa en 360º, en la que los personajes “imperfectos”, generalmente mujeres, que pinta de forma habitual, toman vida. “No es suficiente con verla, hay que vivirla”, ha asegurado Almirall sobre la obra digital que Sánchez ha titulado Evolución desde la imperfección.

Silvia Sánchez. Arnaitz Rubio

“La transformación digital” de sus trabajos, ha explicado la artista, responde a un proyecto de impulso del emprendizaje de la oficina de Fomento municipal. “A través de sus figuras asimétricas imperfectas”, eje de su obra, la artista busca crear algo “bonito y bello de mirar”, trasladando al espectador a un mundo de emociones. La convivencia entre artes que propone la muestra busca llegar, ha asegurado la autora, a un público amplio, incluyendo a aquel que habitualmente no visita exposiciones en galerías de arte o centros culturales, debido a que presentan propuestas expositivas de corte tradicional.

El volumen tridimensional

“He visto que la tecnología es algo que me ha enriquecido, no lo he percibido como dos maneras de enseñar el arte”, ha comentado la bilbaina, para después añadir que la tecnología no la ha introducido únicamente en el mundo de la realidad virtual, sino que también le ha permitido explorar otra disciplina plástica: la escultura.

Animar en 3D conlleva modelar o esculpir en esas tres dimensiones. Es decir, que algo que en un papel no puede tener volumen, más allá de la impresión de la perspectiva, el color y la sombra, adquiere una forma que puede rodearse y admirarse desde todos los ejes. Esto ha permitido a Sánchez trabajar con el bronce. De hecho, la exposición se cierra con la acuarela Una cabeza llena de sueños, en la que la autora refleja una serie de instantes oníricos en el cabello negro del busto de una mujer, y con una versión escultórica de este mismo trabajo. “Estoy descubriendo un mundo maravilloso que no voy a abandonar”, ha afirmado rotunda la creadora. 

Versión escultórica de 'Una cabeza llena de sueños'. Arnaitz Rubio